Los campuseros son una especie sumamente interesante. Entre más noche se hace más activo es su comportamiento: organizan batallas de código, conciertos improvisados de música de videojuegos o salen a pasear a su dron. He descubierto que su dieta se compone de sopas instantáneas y pizza y son capaces de twittear, compartir o darle like a cualquier cosa si les ofreces comida.
El tercer día de actividades del Campus Party México fue otra dosis de emprendurismo, videojuegos, redes sociales, ciencia, desarrolladores y conferencias inspiradoras. Puedo destacar a Héctor Cárdenas hablando sobre su experiencia al crear Conekta, una startup sobre pagos web y móvil que es también uno de los más exitosos emprendimientos tecnológicos mexicanos.
Este viernes hubo en Campus Party dos conferencias magistrales con temas comunes: los drones. Estos vehículos aéreos no tripulados, que fueron creados a partir de 1918 al finalizar la Primera Guerra Mundial han vivido durante los últimos cien años una transformación que los ha llevado desde el campo de batalla hasta los planes de Amazon para entregar paquetes por medio de ellos, y claro, también a la jaula de drones dentro de Campus Party.
Chris Anderson, que decidió renunciar a ser editor de la revista Wired y Jordi Muñoz, que a los 20 años migró de Tijuana, México, a Riverside, California, protagonizaron dos conferencias magistrales sobre la empresa que fundaron entre los dos: 3D Robotics, que es hoy día una de las mayores compañías vendedoras de drones en el mundo.
La especie campusera
El Homo Sapiens Party Campusero me fue presentado como una especie particular de ser humano en el programa impreso del Campus Party, ese que marca la guía de las conferencias a atender, los talleres a los cuales asistir y las oportunidades que no se pueden perder. Tres días después de despertar, anadear, comer y medio dormir dentro de Campus Party 2015, puedo confirmar que esa especie efectivamente existe.
Los campuseros son una especie gregaria que trabaja en equipo: para programar, para jugar videojuegos o para armar startups de tecnología. Se congregan en torno a los cables de red y no reparan en instalar computadoras completas de escritorio con tres pantallas para destacarse como líderes de la manada.
Mi observación participante me ha llevado a descubrir sus redes de comercio. Entre los pasillos de la arena del Campus Party puede uno encontrar puestos de palomitas de maíz, galletas, jugos y refrescos, casi tan valiosos como los vasos de sopa instantánea que conforman la base de su pirámide alimenticia.
Los hay también manufactureros: campuseros que confeccionan artesanías geeks como stickers, playeras, llaveros y sortilegios con elementos extraídos de series de culto, videojuegos y símbolos de carreras universitarias relacionadas con la computación.
Los hay extravagantes, que ostentan cabelleras largas, playeras con grandes estampados geeks, gorros, accesorios y disfraces. Los hay discretos, campuseros que podrían pasar desapercibidos hasta que son atraídos -con la misma fuerza magnética de las mujeres a las zapaterías- a los stands de empresas fabricantes de drones, piezas de hardware avanzados o consolas de videojuegos.
7 de cada 10 campuseros utilizan lentes, aunque puede que los otros tres los usen de contacto o pertenezcan a una minoría con inmunidad a la deficiencia visual. También descubrí que tienen gustos musicales distintos, pero eso no es obstáculo para que se congreguen a escuchar a una orquesta sinfónica interpretar música de sus películas o videojuegos favoritos.
A tres días del análisis de esta sociedad confieso que me he adaptado a su estilo de vida y he sido parte de cada una de sus costumbres. De pronto, he dejado de ser un reportero de HoyEnTEC para convertirme en un Homo Sapiens Party Campusero.