No es un tema nuevo, pero poco a poco la información es más clara y los puntos centrales van saliendo a la luz. Sí, los adolescentes que pasan más tiempo enganchados al móvil son «notablemente» más infelices que los que invierten más tiempo en otras actividades, tales como el hacer deporte o dedicar cierto tiempo del día a la lectura, reporta un estudio publicado en la revista especializada en psicología Emotion.
La pregunta principal de la investigación no estaba relacionada con la felicidad, más bien iba dirigida al comportamiento. La investigación nació con el fin de dar respuesta al por qué los niños súper conectados de hoy están creciendo menos rebeldes, más tolerantes, menos felices y completamente desarmados para la fase adulta. Sin embargo, los datos y conclusiones llegaron a un tema ya conocido los móviles restan vitalidad, nos encogen el mundo, nos hacen más infelices declaró Jean Twenge, de la Universidad Estatal de San Diego (California, EE.UU.).
Para examinar este fenómeno, Twenge y sus colegas analizaron datos del estudio «Monitoring the Future«, una encuesta representativa de más de un millón de jóvenes estadounidenses con edades que oscilan entre los 15 y 18 años. En esta encuesta, se preguntaba a los chicos sobre la frecuencia de uso de sus teléfonos, tabletas y computadoras, así como preguntas sobre sus interacciones sociales y su nivel de felicidad general.
Los datos fueron contundentes: en promedio, se confirmó la relación que existe entre la «falta de vitalidad o felicidad» y el tiempo que se pasa en un dispositivo. Los adolescentes que pasan más tiempo frente a los dispositivos de pantalla resultaron ser «notablemente» más infelices que aquellos que invirtieron más tiempo en actividades como deportes, lectura e interacción social cara a cara. Sin embargo, la abstinencia total de la pantalla tampoco conduce a la felicidad, ya que los adolescentes más felices usaban soportes digitales un poco menos de una hora por día.
Después de ese punto (una hora diaria de tiempo enganchado a la pantalla), el nivel de infelicidad aumenta constantemente al mismo ritmo. «La clave del uso de los soportes digitales y la felicidad es el uso controlado, y de ser necesario, el uso limitado por los padres», dijo Twenge. Al observar las tendencias históricas de los mismos grupos de edad desde la década de 1990, los investigadores encontraron que la proliferación de dispositivos de pantalla a lo largo del tiempo coincidió con una disminución general de la felicidad entre los adolescentes.
Esto, dice Twenge, debe ser un recordatorio de que, aunque los más chicos son los principales afectados, ninguna generación esta a salvo de lo que describimos en nuestro estudio.