En un Mobile World Congress que se está caracterizando por la ausencia de grandes novedades, Samsung ha sido una de las pocas compañías que ha logrado brillar en la feria que toma lugar en Barcelona. Su modelo Galaxy S9 tiene muchas razones para convertirse en el referente absoluto del sector, y, con total seguridad, alcanzará cifras de ventas mundiales en la escala del millón.
No obstante, estamos conscientes de que la última creación de la tecnológica surcoreana tiene un gran reto por delante: dar motivos suficientes para que el usuario final invierta cerca de $900 (precio promedio) para hacerse de una de estas terminales. A diferencia de años anteriores, el problema no está solo en batir al iPhone X y posicionarse como una propuesta más solvente. En su propio feudo, Samsung tiene una lanza que afecta de forma directa a la nueva criatura. Se llama Galaxy S8, y en retailers como Amazon ya se puede adquirir por sólo un poco más de $500.
El predecesor del S9 cuenta con algunos de los mayores activos del Galaxy S9, pues ofrece la pantalla infinity display, presenta un diseño realmente atractivo y cuenta con una cámara extremadamente solvente. Casi la misma «experiencia Samsung» en algo más de la mitad de precio que la nueva criatura surcoreana.