Whatsapp se ha convertido recientemente en la aplicación móvil más usada en todo el mundo, y muchos de nosotros no podemos imaginarnos que pasaría su no pudiéramos hacer uso de ella por tan salo un día de nuestras vidas. Sin embargo, hay muchas personas que aún teniendo un teléfono inteligente han optado por no hacer uso de al app. Una de ellas nos cuenta su historia.
«Un día de 2015, eliminé WhatsApp. Unos días después a ese “día W”, me di cuenta de que sólo había eliminado la aplicación, no la cuenta. Error mío. Seguí entonces el proceso de WhatsApp para eliminarla y, al cabo de unos días, un SMS de “Prueba WhatsApp” que me envió un amigo que no comprendió lo que ocurría, me confirmó que mi cuenta había sido eliminada.
No lo olvidaré, me encantó. Los primeros días fueron de una tranquilidad liberadora. No me extrañó que la gente hablara ya en aquella época de “la adicción a WhatsApp”. No es que yo lo usara demasiado, pero el no tenerla me permitía despreocuparse. Sabías, seguro, que no te habían escrito, porque no lo tenías.
No avisé a nadie. Como ya he dicho, con mis contactos más frecuentes ya hablaba por Telegram. Imagino que en más de un grupo saldría el tema, pero jamás supe nada. Por supuesto, todo aquel que me tuviera en WhatsApp, tendría mi número, y me llamaría si era algo importante.
Otras aplicaciones y servicios que eliminé no fueron tan refrescantes. Ni siquiera Facebook (o Facebook Messenger, el cual eliminé después de mi cuenta de Facebook), ni Instagram, ni, claro está, aquellas que cayeron por su propio peso como Line, Viber, Tuenti, Snapchat, etc.
¡No tengo Whatsapp!
Como muchas otras marcas, WhatsApp ha llegado a convertirse en un verbo e incluso equivale a decir “te envío un mensaje”, y esto hace que sea una sorpresa para muchos el escuchar que no tengo WhatsApp. Pero esto ha cambiado mucho y la gente ya no se sorprende tanto al escuchar que no uso WhatsApp.
Muchos piensan que les digo que no tengo WhatsApp porque no quiero hablar con ellos, pero nada más lejos de la realidad. Si no quiero hablar contigo y me dices que me envías un WhatsApp, no te diré nada. Ya descubrirás que no lo uso.»
Sin duda alguna un caso peculiar que nos plantea argumentos de peso sobre nuestra privacidad y sobre las obligaciones «no reales» que sentimos por responder a un mensaje o agregar a alguien que no deseamos a nuestra lista de contactos.
Artículo original e historia completa en Xakata.com.