Una investigación publicada en la revista Nature descubrió que los tibetanos pueden vivir en altitudes mayores a los 4 mil metros gracias a la intervención de un gen heredado por un antepasado de los seres humanos que se extinguió hace más de 40 mil años.
Los denisovanos fueron descubiertos a través de fósiles en la cueva de Desinova, en Rusia, y a través del análisis de una falange del fósil de una niña denisovana, los científicos de la Universidad de Berkeley, en California, descubrieron que comparte un gen con el de las personas tibetanas.
El gen en cuestión hace que la sangre produzca más hemoglobina y así pueda transportar más oxígeno al cuerpo en ambientes donde éste disminuye hasta 40%, pero sin que ocasione problemas cardiovasculares al cuerpo.
Los científicos concluyeron que eventualmente los denisovanos se cruzaron con otras especies de homínidos y durante las migraciones, aquellos que llegaron al actual Tíbet conservaron el gen “súper atleta”, como también se le conoce.
EPAS1 es el nombre que se le dio al gen que se encuentra presente en el 87% de los tibetanos y en sólo el 9% de los chinos Han, que viven en planicies con menor altitud. Los científicos no han encontrado el gen en otras tribus, ni siquiera entre los sherpas, que también viven en zonas elevadas.