El fabricante alemán BMW, y las compañías tecnológicas Intel (Estados Unidos) y Mobileye (Israel) se han aliado para competir en el mercado de los coches autónomos, nada más y nada menos que con una versión superior del Serie 7. La meta de las compañías es clara y tiene fecha: «Queremos colocar en las carreteras estadounidenses y europeas 40 coches autónomos antes de que finalice el año,» afirmaron los ejecutivos presentes en la conferencia.
En realidad, no se trata de un proyecto tan difícil si se toman en cuenta las capacidades individuales de las compañías. De parte del BMW, el Serie 7 es el estandarte de la marca, un sedán de lujo que cuenta con todas las características esenciales de un auto de lujo. De Intel, también hay mucho que decir. La compañía desarrolla los procesadores de casi todas las computadoras que se venden en el mundo. Quizás la menos conocida de las tres marcas envueltas en el proyecto es la israelí Mobileye, una empresa tecnológica que desarrolla sistemas avanzados de asistencia al conductor basados en la visión proporcionando avisos para la prevención y mitigación de la colisión.
Esta, sin embargo, no es la primera vez que Mobileye se asocia con una compañía automotriz. Se sabe, aunque de manera confidencial, que la compañía también ha estado asociada con otros fabricantes de automóviles, y que ésta cuenta con fondos de miles de millones de dólares obtenidos de diferentes fuentes para desarrollar y suministrar su tecnología para la industria de coches autónomos.
¿Están Google y Tesla en peligro?
Al igual que Google con su tecnología de vehículos autónomos, la alianza de las tres empresas ha desarrollado una arquitectura escalable que puede ser adoptada por otros desarrolladores de automóviles y fabricantes de automóviles para crear marcas diferenciadas. Las ofertas van desde módulos integrados claves individuales hasta un completo sistema autónomo de extremo a extremo que proporciona «una amplia gama de experiencias diferenciadas de los consumidores». Esto hará que casi cualquier marca que tenga los fondos y la tecnología necesaria pueda adquirir los sistemas y adaptarlos a sus modelos, lo que podría afectar a las grandes marcas en lo que se refiere al abaratamiento de los precios.