Hace exactamente 60 años, en noviembre de 1957, y a tan sólo un mes después de la exitosa puesta en órbita del primer Sputnik soviético, el segundo satélite artificial de la historia despegaba con destino al espacio. Lo que marcó este segundo lanzamiento es que lleva un ser vivo a bordo, una perrita recogida en las calles de Moscú a la que se le bautizó como Laika. Desafortunadamente, la perra nunca volvió, y según se sabe, sólo sobrevivió por unas horas.
Para uno de los máximos representantes de la Unión Soviética de aquel entonces, Nikita Jruschov, el objetivo era demostrar la superioridad tecnológica que se tenía sobre los Estados Unidos, justo antes de la conmemoración del 40º aniversario de la Revolución bolchevique, el 7 de noviembre.
Para una miembro del equipo, Adilia Kotovskaya, una entrenadora de animales del programa espacial soviético, «Las nueve vueltas de Laika alrededor de la Tierra la convirtieron en el primer cosmonauta del planeta. Nunca nadie había llegado hasta allí, y ella fue sacrificada en nombre del éxito de las futuras misiones espaciales.» Kotovskaya, que actualmente tiene 90, sigue estando orgullosa de haber ayudado a entrenar a los animales para las primeras misiones espaciales de la historia.
Pero, ¿en qué consistía el entrenamiento?
Kotovskaya relata que para acostumbrar a los perros al vuelo espacial, los entrenadores los colocaban en una cápsula presurizada de 80 centímetros de largo. «Los perros eran colocados en jaulas cada vez más pequeñas,» recuerda la científica. «Los ponían en una centrifugadora que simulaba la aceleración de un cohete en el momento del despegue, los sometían a ruidos que imitaban el interior de una nave espacial y los alimentaban con ‘comida espacial’ a base de gelatina.»
¿Por qué perras y por qué callejeras? «Se escogían perras porque no necesitan levantar la pata para orinar y por lo tanto necesitan menos espacio que los machos, y sin pedigrí porque son más despiertas y menos exigentes,» explicó Kotovsjaya, quién entre lagrimas confesó: «Por supuesto que sabíamos que iba a morir en ese vuelo debido a la falta de medios para recuperarla, inexistentes en aquella época. En la víspera de su misión espacial, fui a verla, le pedí que nos perdonara e incluso lloré al acariciarla por última vez.»
Laika fue lanzada un día como hoy. Murió sólo unas horas después del despegue debido al alto calor provocado por la presión en la capsula. La Unión Soviética, sin embargo, reportó que murió luego de 10 días cuando se le proporcionó una ración de comida con un sedante, esto para provocarle una muerte indolora.