Cryptophone, un teléfono contra el espionaje

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¿Qué precio pondrías a tus conversaciones privadas? ¿Cuánto cuesta la privacidad de tu empresa? ¿Tiene coste la confidencialidad de las comunicaciones del gobierno de tu país? Desde que estalló el escándalo sobre el espionaje internacional en el que incurrió la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA), todos nos hemos vuelto mucho más reservados con nuestros datos. La NSA espió a gobiernos y a empresas privadas, y aunque aún están por ver las consecuencias del espionaje, hay empresas que han sabido ver en este evento un nicho de mercado interesante.

Estamos hablando de la marca alemana GSMK, que acaba de comercializar en México un «teléfono antiespía» o Cryptophone. Este terminal tiene el objetivo de impedir cualquier acceso no autorizado a los datos del teléfono o a las conversaciones que tengamos a través de él mediante un complejo algoritmo de encriptado de datos.

La marca ha comercializado dos versiones del teléfono, una fija (el Cryptophone IP19) y otra móvil (el Cryptophone 500). En el primer caso, el sistema aparece dentro de la interfaz IP del teléfono, que destruye la clave de cifrado inmediatamente después de la conversación. En el segundo caso, el terminal funciona con Android y con Windows Phone  y se puede conectar a redes WiFi, 2G y 3G. Aunque aún no está disponible una app que haga este servicio, el funcionamiento del sistema de encriptado en la versión móvil del Cryptophone es bastante similar a la de una aplicación, aunque dicho sistema venga incorporado de fábrica.

Para que la comunicación sea 100% segura, los dos terminales que participen en la llamada han de ser Cryptophones. Esto encarece los costes, ya que no se trata precisamente de un producto a bajo coste: el Cryptophone «de mesa», tiene un precio de $1800 dólares; mientras que la versión móvil cuesta $3200 dólares.  Sin embargo, ya se están implementando en México decenas de estos aparatos de encriptación telefónica, ya que tanto organismos gubernamentales como empresas privadas consideran que el precio del teléfono es comparativamente bajo con respecto al de su información confidencial.

¿Nos estamos obsesionando con la privacidad, o tenemos derecho a conversaciones y transferencias de datos seguras?