Un implante que va del oído al tronco encefálico podría ser el invento que derribe la barrera del sonido entre los niños sordos, pues podría ayudar incluso a los bebés que hayan nacido sin nervios auditivos funcionales. Tal es el caso de Angélica López, una niña de tres años a la que pusieron el implante auditivo en el tronco encefálico con la esperanza de que recuperara el sentido del oído. El implante es conocido como ABI por sus siglas en inglés y Angélica forma parte de un pequeño grupo de niños con los que este nuevo procedimiento se ha probado.
Normalmente, los niños sordos utilizan implantes cocleares, que captan los sonidos y los envían por medio de electrodos al nervio auditivo, donde se envían a su vez al cerebro para que sean decodificados como sonidos. No obstante, en casos como el de Angélica este tipo de implantes no funcionan, pues no tienen nervios auditivos correctamente desarrollados.
Angélica escuchó por primera vez, como una niña recién nacida, cuando encendieron el aparato implantado en su oído, y aunque lloró espantada por los sonidos, cinco meses después comenzó a balbucear y a utilizar el lenguaje de los sordos para identificar algunos sonidos, relató su madre a la agencia AP.
El implante ABI funciona por medio de un micrófono que envía los sonidos convertidos en señales eléctricas a un estimulador bajo la piel que envía las señales a las neuronas del tronco encefálico a través de unos electrodos implantados. Aunque ya se había utilizado en adultos, el caso de Angélica es el primero en el que se intenta hacer el implante en niños muy pequeños.
La audiólogoa de la Universidad del Sur de California, Laurie Eisenberg, es una de las investigadoras que dirige el proyecto, mientras que a Angélica un grupo de terapeutas la enseñará a hablar como si fuera una recién nacida acostumbrándose a los sonidos del mundo. Al menos, su sentido del oído está recién nacido.