A primera vista, solo parece una pequeña victoria laboral: los trabajadores de una cafetería de Starbucks han formado un sindicato. La noticia, sin embargo, ha ocupado portadas en los grandes periódicos. ¿Por qué?
Lo que durante décadas ha sido visto con normalidad en los países occidentales –que los empleados formen sindicatos– ahora parece haberse convertido en algo tan infrecuente y raro… que llama la atención de la prensa y de los expertos.
«Aunque se trata de un pequeño número de trabajadores, el resultado tiene una enorme importancia simbólica, y los símbolos son importantes cuando se trata de organizar sindicatos», declaró a The New York Times el pasado 4 de enero John Logan, profesor de estudios laborales de la Universidad Estatal de San Francisco.
De los cerca de 9.000 locales que posee la cadena en Estados Unidos, solo en una cafetería del área de la ciudad de Búfalo, en el Estado de Nueva York, los empleados han decidido unirse para reivindicar sus derechos. Y esa decisión los ha convertido en un símbolo porque, a su vez, han desafiado a otro símbolo.
Starbucks es una marca a la que se asocia con la llamada ‘nueva economía’, junto a nombres como Amazon, Uber o Deliveroo. Compañías que, en ocasiones, han sido puestas bajo la lupa por unas condiciones laborales –bajos salarios, exceso de horas de trabajo o falta de formación– que contrastan con sus estratosféricos beneficios.
La cafetería de Starbucks en Búfalo es la primera en organizarse, pero no será la última. “La pequeña bellota de una victoria podría convertirse pronto en un roble de rápido crecimiento en el que los trabajadores de todo el sector de servicios de EE. UU. avancen hacia la afiliación sindical”, escribía la semana pasada el periodista Steven Greenhouse, en un artículo editorial de Los Angeles Times.
En marzo, trabajadores de Amazon en Bessemer, Alabama, ya intentaron formar el primer sindicato de esa compañía en Estados Unidos. Tras dudas en la limpieza de la votación –por las presiones de la empresa– el organismo que regula las relaciones laborales en el país –el National Labor Relations Board– ordenó, a finales del mes pasado, repetir el proceso. Todavía no hay una fecha cerrada, pero la tendencia hacia la sindicación parece imparable.
Los primeros sindicatos, tal y como hoy los conocemos, surgieron en Inglaterra en el siglo XIX. Pronto se extendieron por otros países. Con el correr de los años, a finales del siglo XX, sindicarse empezó a estar mal visto. “Las empresas norteamericanas han llevado a cabo brutales campañas antisindicales durante décadas”, señala el profesor Logan, y a menudo los medios describieron a los sindicalistas como «sobrepagados, codiciosos e indignos de su riqueza».
Hoy, sin embargo, cada vez más empleados en EE. UU. consideran la opción de organizarse para defender sus derechos, como en el siglo XIX. Es paradójico, pero, a veces, para avanzar hay que mirar al pasado. A veces, el futuro está detrás.