Los terremotos son uno de los fenómenos naturales que más vidas cobra alrededor del mundo. Hasta 10,000 personas mueren cada año a causa de ellos, con hasta 3.1 millones de muertes pronosticadas para el próximo siglo.
Los sistemas actuales de alerta temprana se basan en la detección de ondas sísmicas, que viajan entre siete u ocho km por segundo. Pero un reciente estudio publicado en la revista Science concluye que mediante la observación de los cambios en la gravedad se podrían salvar vidas al predecir la ubicación y la magnitud de los grandes terremotos con mayor anticipación.
De acuerdo con este estudio las señales asociadas al campo gravitatorio viajan a través de la atmósfera a más 300,000 km por segundo, lo que significa que podrían usarse para detectar terremotos hasta 40,000 veces más rápido.
«Los investigadores han demostrado que esa señal asociada al campo gravitatorio es muy sensible a la magnitud del terremoto, lo que la convierte en un buen candidato para cuantificar rápidamente la magnitud de los fuertes sismos», concluye un equipo de investigación del Centro Nacional Francés de Investigaciones Científicas (CNRS).
Los cambios de gravedad u «ondas elásticas» generadas por los terremotos son un fenómeno bien conocido.
Otro grupo de investigadores del Instituto de Física del Globo de París (IPGP) mostró que es posible detectar la magnitud de los sismos al medir estas ondas elásticas. Los científicos utilizaron datos recopilados durante el terremoto de Tohoku en Japón en 2011 para su estudio.
El equipo del Instituto de París señala que en el futuro estas señales rápidas de «elasto-gravedad» podrían usarse para hacer estimaciones tempranas de sismos de gran magnitud.