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Los mensaje automáticos son inútiles

 

Una de mis redes sociales favoritas es Linkedin. Se trata de una red social orientada a las relaciones profesionales, y me ha dado la oportunidad de conocer a mucha gente a través de mi ordenador. Me enorgullece decir que he cultivado esas relaciones hasta el punto de poder llamar “amigo” a más de una persona conocida a través de esta red. ¿Cómo lo he conseguido? ¿Cómo contactas con desconocidos que acaban siendo tus amigos? No es difícil: con interés y cuidado, cultivando la relación, evitando los mensajes automáticos. Se trata de practicar el noble y  olvidado arte de ser tú mismo, que está desapareciendo en esta cultura obsesionada por la tecnología y las relaciones cibernéticas.

 

En muchas ocasiones me llegan solicitudes de conexión de usuarios que no conozco para nada. Si en su mensaje no explican cuál es la razón que les lleva a pensar que debemos conectar, me lo pienso dos veces antes de aceptar. A veces ni siquiera compruebo si sería una buena conexión para ambas partes. Hay usuarios que hacen clic alegremente en los botones de “Conectar”, pero Linkedin es una red profesional, no es Facebook y no es Twitter, donde las relaciones son más casuales. En Linkedin, se agradece una presentación formal, que la persona que se interesa por ti se tome unos minutos para escribir una nota. Cuando encuentro usuarios que siguen esta “etiqueta”, me intereso más por ellos y me pregunto si es el inicio de una fructífera relación profesional.

 

Por tanto, olvídate de los mensajes automáticos. Tómate un par de minutos para presentarte, recuerda que un mensaje personalizado tiene más posibilidades de ser leído y de llamar la atención.

 

Las redes sociales se mueven muy rápido y generan mucho contenido. Llega un momento en que es imposible leer, ni siquiera mirar, todos los comentarios, invitaciones, diálogos, etc., que se citan en nuestras redes. Enviar un mensaje personalizado te distingue y destaca del resto del contenido digital. Y tú, ¿tienes algún hábito que ayude a crear y cultivar auténticas relaciones?