A la hora de recomendar un teléfono a alguien que necesita renovar el suyo, es recomendable siempre hacerle la misma pregunta: ¿necesitas un teléfono actual o te sirve con uno que ya lleve un tiempo en el mercado? No se trata de una pregunta capciosa, pues resulta mucho más sencillo tener un smartphone potente y de calidad apostando por un gama alta de hace uno o dos años. El problema son las actualizaciones: si existiera un compromiso a muy largo plazo la gama alta sería mas atractiva.
Esta semana Marques Brownlee, el célebre analista de tecnología que tiene uno de los canales más importantes de YouTube, lanzó un comentario en Twitter que me pareció muy acertado: «No más teléfonos económicos. Sólo más soporte de software para los buques insignia«. Coincide con mi propia opinión, siempre he recomendado un gama alta con algo de tiempo en el mercado antes que un gama media reciente. Dado que los Android caen de precio, y que tampoco evolucionan mucho año tras año, un móvil «top» de hace dos años es mejor que la gama media de hoy. Pero…
Eso sí, no me tomes a mal. La gama media mejoró de manera impresionante durante los últimos cinco años, adquirir un teléfono de US$200 ya no es una lotería. Con un poco más de inversión uno puede comprarse un gama media de calidad que casi roza la alta. Y subiendo ligeramente el presupuesto hay móviles premium de hace dos o tres años que ahora valen la mitad. Y si se rastrean las ofertas esta diferencia puede ser mayor.
MKBHD da en la diana cuando apunta a la relación entre la gama alta y las actualizaciones. Si bien es cierto que un móvil Android puede usarse a la perfección aunque lleve tiempo sin recibir un refresco de hardware, también lo es el hecho de que pierde mucha seguridad, cierta rapidez y frescura. Dado que el hardware seguirá vigente por varios años, con una extensión en la garantía de actualizaciones las marcas extenderían a su vez la existencia de los móviles premium en los escaparates.
Samsung da cinco años de actualizaciones de seguridad y cuatro años de nuevas versiones de Android en sus Samsung Galaxy S22, por ejemplo. En la actualidad, y a punto de salir los Samsung Galaxy S23, invertir en la generación del año pasado implica un ahorro medio del 30 o hasta el 40%. Comprar un S22 el año que viene será bastante más barato. Y seguro que dicho Galaxy S22 es mejor que cualquiera de los Galaxy A o Galaxy M que salgan durante 2024; tónica que resulta extrapolable al resto de marcas (con el agravante del menor tiempo de actualizaciones). Las matemáticas no mienten.
Menos móviles para actualizar, más facilidad para las marcas
Reduciendo el número de móviles más económicos, y ampliando el rango de comercialización de los más caros y potentes, las marcas podrían rentabilizar en mayor medida la inversión en componentes, diseño y marketing, al menos sobre el papel. El móvil más caro sería el del año en curso; podrían vender como gama media el del año anterior y a un coste algo más accesible los teléfonos de mayor antigüedad. Dado que el catálogo sería escueto, los esfuerzos por actualizar se reducirían; redundando en versiones más rápidas y durante más tiempo.
Esta argumentación está planteada sobre la lógica, que en toda estrategia de venta influyen una enorme cantidad más de factores. Atraer la atención del consumidor sin novedades constantes es difícil, también lo es enfrentarse a la competencia si su calendario de lanzamientos está más apretado. Además, un portafolio reducido de teléfonos no contenta las necesidades de todos los usuarios, por más buenos que sean estos dispositivos.
Los móviles caros son mejores, aunque no por el precio: lo son por la calidad media de su hardware, por su potencia y por la diversificación del software. Gran parte de los móviles premium con Android se devalúan en precio más que en características. Y mantenerlos al día con actualizaciones permitiría hacerlos atractivos durante mucho más tiempo. Al fin y al cabo, ¿no es una estrategia similar a la que utiliza Apple con sus iPhone?
Si un iPhone 11, con tres años y medio en el mercado, sigue siendo atractivo, ¿por qué no puede serlo un Samsung Galaxy S10? Si me dieran a elegir, compraría un Galaxy S10 de 2019 antes que uno de sus gama media de 2022. Lástima que se quede en Android 12.