La maldición de los paquetes de baterías externas no desaparecerá pronto.
Es una verdad universal que la duración de la batería en los teléfonos es mala. Incluso con las baterías gigantes y los paquetes de baterías externas que manejan los usuarios, la mayoría de los teléfonos inteligentes modernos intentan sobrevivir un día entero de uso; mientras que los mejores dispositivos apenas pasan de dos.
Pero no solía ser así. En los días pasados, los terminales tenían una vida de batería, relativamente, asombrosa, ya que éstos duraban varios días a la vez sin tener que cargarlos constantemente. Y, sí, nuestros teléfonos hoy en día son mucho más potentes que un Nokia 3310, pero ¿por qué las baterías no mantienen el mismo progreso?
De acuerdo con Venkat Srinivasan, director del Centro Colaborativo de Argonne para la Ciencia del Almacenamiento de Energia (ACCESS, por sus siglas en inglés), y experto en tecnología de baterías, el núcleo del problema es simple:
La Ley de Moore simplemente superó la tecnología de las baterías, y esto significa que nuestros smartphones son mejores y, por lo tanto, necesitan más energía a un ritmo más rápido que los avances en baterías.
No es que no haya habido mejoras, ya que en los últimos años se ha aumentado de manera constante la densidad de energía al reducir los componentes internos.
Pero, según Srinivasan, “hace cinco años quedó claro que no se podían eliminar más cosas, había incendios. Hemos llegado a una etapa en la que las nuevas mejoras en la densidad de energía van a provenir del cambio de los materiales de la batería, y los nuevos materiales siempre serán más lentos en comparación con lo que yo llamaría ‘avances de ingeniería’”.
Esto se debe a que las baterías recargables de la actualidad en teléfonos con base de litio y cobalto, una tecnología de baterías que han estado usando desde principio de los 90, y han alcanzado en gran medida el límite de cuánta energía se puede exprimir.
Hay esperanza para el futuro. Científicos ya están investigando una nueva tecnología de baterías, como las baterías de estado sólido, las cuales podrían abrir las puertas a materiales más densos que podrían brindar más energía a los futuros terminales.
Sin embargo, hay un problema: para cuando esas nuevas baterías vuelvan a funcionar, los teléfonos inteligentes pueden tener todavía más avances y necesitar mucha más energía. Esto podría dejar atrás a los usuarios con la misma duración de batería que un día tuvieron.