“El mundo está listo”. Tal fue la frase utilizada por Microsoft al lanzar públicamente el nuevo sistema operativo. Luego de algunos meses, comprobamos que la afirmación fue un tanto ambiciosa, ya que no todo el mundo quedó conforme con las novedades introducidas por Windows 8.
Los reportes de los usuarios acerca de los inconvenientes encontrados sirvieron de base a la actualización, tan necesaria (denominada Windows 8.1 y no Blue, como se había dicho), mediante la cual Microsoft intenta demostrar que es una compañía atenta a los reclamos y dispuesta a corregirse para mejorar.
Entre los varios cambios que llegarán, tendremos mayores posibilidades de personalización, ya que en Windows 8.1 se podrá convertir la pantalla de bloqueo –en la cual se puede utilizar una fotografía como “cerradura” que habilita el computador- como una galería de imágenes que se actualizará en forma automática, como lo hacen los clásicos salvapantallas.
Entre los aspectos cuestionados, uno de los principales fue el de la pantalla de inicio. Entre las innovaciones incorporadas, ahora Microsoft permite al usuario elegir una imagen como fondo de escritorio, para lo cual contaremos con mayor cantidad de fondos, algunos de ellos al estilo de Android, es decir con movimiento. De este modo se logra que la transición entre el escritorio y la nueva interfaz sea mucho más dinámica.
Otra modificación está relacionada con el tamaño de las baldosas. Con este próximo cambio se podrá hacer una selección simultánea de varias baldosas, crear grupos de acceso y organizar las baldosas de la pantalla de Inicio.
Y para resumir estas novedades, podemos decir que lo más esperado se ha confirmado: vuelve el botón de inicio y con él la posibilidad de iniciar, sobre el escritorio, el sistema.
De acuerdo a las últimas noticias, la vista previa de Windows 8.1 saldrá a la luz el día 26 de junio.