Apple cada vez muestra menos interés en el desarrollo de su producto «estelar», el iPhone. Aunque la compañía de Cupertino es mundialmente reconocida por todos como la compañía que fabrica el iPhone, debemos admitir que Apple ha evolucionado y adoptado un cambio de paradigma en los últimas años.
Es difícil de aceptar, pero al hablar de números, a Apple ya no le interesan las ganancias que obtiene al vender iPhones (los cuales implican un enorme esfuerzo logístico para producir y vender), le interesan las ganancias que llegan a través de su enorme lista de servicios, pero para eso debe poner un iPhone en las manos de los usuarios.
Los servicios a los que nos referimos incluyen a Apple Pay, la App Store, iCloud, Apple Music, Apple Arcade, Apple TV+, la Apple Card o Apple Care. Todo esto le genera a Apple una suma de ganancias extraordinarias, y no implican las complejidades logísticas de diseñar, ensamblar, distribuir y vender un dispositivo. Es por esto que los expertos han comenzado a llamar al iPhone el “Caballo de Troya” de Apple. No es el fin, pero sí el medio.
Esta tendencia ha quedado clara en los últimos años. Apple ha incrementado sus esfuerzos para conseguir más suscripciones y pagos recurrentes mes a mes, descuidando en parte las innovaciones de sus dispositivos (y ni hablar de su polémica decisión de no incluir un cargador en audífonos en las cajas del iPhone 12).
Pero aún falta el golpe final, Apple One, el producto que agrupará todos los servicios de la compañía cuyo objetivo es hacer más atractiva la contratación de los productos de la compañía (Apple Music vs Spotify, iCloud Drive vs Dropbox, etc) hará su aparición en algún momento del próximo año.
¿Es esto una forma de monopolio? Para muchos sí. Un plan maestro (o macabro) como éste puede hacer que sea más complicado saltar individualmente hacia la competencia en el futuro, atando de manos a todos aquellos que hayan optado por el uso de un iPhone.