Hay algunos lugares en los que no te gustaría que tu teléfono ardiera espontáneamente en llamas, y un avión es precisamente uno de los más definitivos. Pues es precisamente lo que ha ocurrido en esta oportunidad con un dispositivo Samsung en un avión de Alaska Airlines.
Aunque la mayoría de estos eventos suelen ser aislados, vinculados al deterioro de la batería o mal uso del dispositivo, revisamos este nuevo caso, el cual involucra un Galaxy A21. A la marca surcoreana le ha costado quitarse de encima la reputación de que sus dispositivos sufren de sobrecalentamiento, y este evento destaca una de las debilidades de este fabricante.
Esto nos hace recordar la dura etapa que la empresa afrontó con su modelo Galaxy Note 7, el cual acumuló la desagradable reputación de que explotaban sin razón aparente. Aunque lo ocurrido en el avión de Alaska Airlines pudo pasar con un teléfono inteligente de cualquier marca, para el infortunio de los de Samsung, vuelve la sombra de los teléfonos que estallan.
La experiencia no fue nada agradable para los 129 pasajeros que se encontraban a bordo del vuelo 751 que se dirigía de Nueva Orleans a Seattle. Según los reportes, no se trató de una explosión agresiva, sino que el móvil sufrió un sobrecalentamiento masivo, y alcanzó temperaturas tan altas, que comenzó a lanzar chispas de manera descontrolada.
Después de controlarse el evento con la ayuda de extintores y que los tripulantes abandonaran el avión con ayuda de toboganes desplegados y ver como el humo se propagaba por la cabina, tuvo que ser un evento aterrador para cada uno de los presentes.
Este teléfono no es de los más costosos de la marca, de hecho tiene un valor de US$250. Todo apuntaba a que los problemas de sobrecalentamiento habían quedado en el pasado para la empresa, pero este amargo suceso llega para sembrar de nuevo la duda en los usuarios de Samsung.
La empresa se encuentra en investigaciones para determinar qué fue lo que llevó a este dispositivo móvil a explotar inesperadamente en el avión de Alaska Airlines.