Para ello no se valió de un motor, sino nada más y nada menos que de un cohete. El combustible del mismo contiene peróxido de hidrógeno en una proporción del 90%. Para que sirva de punto de comparación, el compuesto que adquirimos en las farmacias tan solo tiene un 3%..
Al añadirle un elemento catalizador, dentro del cohete se produce una tremenda reacción química. Así el peróxido de hidrógeno queda transformado en agua y oxígeno que son expulsados como vapor a una temperatura superior 1.000°C. Ese vapor permite que la bicicleta se impulse llegando a esas increíbles velocidades.
¿Cres que es buena idea una bicicleta que alcanza los 263 kilómetros por hora?
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