Hadrian, el robot que puede construir tu casa en sólo dos días

El robot Hadrian tiene un brazo para colocar los ladrillos con precisión milimétrica. Imagen: Fastbrick Robotics
El robot Hadrian tiene un brazo para colocar los ladrillos con precisión milimétrica.
Imagen: Fastbrick Robotics

 

A una velocidad de mil ladrillos por hora y con una precisión milimétrica, una compañía australiana planea el lanzamiento de su robot constructor Hadrian, que por medio de tecnología 3D y láser, podría ser la revolución en el ramo de la construcción.

Los robots están cada vez más presentes en diferentes industrias, como la manufactura de vehículos, la soldadura de metales y todo tipo de trabajos repetitivos y peligrosos. La construcción de una vivienda, un trabajo pesado que puede tomar a un grupo de hombres alrededor de seis semanas, no había sido tomada en cuenta por la robótica, al menos hasta ahora.

Diez años de experimentación y fabricación de prototipos dieron como resultado a Hadrian, el robot con el que la empresa Fastbrick Robotics, fundada por el australiano Mark Pivac, quiere irrumpir la industria de la construcción. El robot, que tiene un brazo de 28 metros de largo, analiza un plano en 3D de la construcción para decidir cuántos ladrillos utilizará la vivienda, con el mínimo de pérdida de material, y entonces comienza a trabajar a un ritmo de mil bloques por ladrillo, que pueden levantar una casa en sólo dos días.

“El cortar y apilar los ladrillos es un trabajo repetitivo que ya no resulta atractivo para nadie, en especial para los más jóvenes”, explicó el creador de Hadrian en una entrevista con Mashable. Por lo pronto, la empresa ya fue adquirida por DMY Capital Limited, y se espera que el robot comience su comercialización al interior de Australia, para después expandirse a otros lugares del mundo.

La velocidad con la que Hadrian pueda trabajar, su precisión a la hora de cortar material y dejar espacios para colocar puertas, ventanas e incluso cableado eléctrico, harían del robot una transformación en las construcciones, que reduciría costes y tiempos en un proceso que Mark considera “es un cuello de botella” que hace que las obras se extiendan por plazos innecesarios.

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