Un hombre logra controlar brazo biónico con su pensamiento

Médicos han desarrollado una nueva técnica para mover prótesis externas de manera mas fluída a través de sensores implantados en el cerebro.

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Usualmente, cuando pensamos en realizar cualquier movimiento, nunca nos detenemos a meditar los pasos que tiene que ejecutar nuestro cuerpo para lograrlo. El mas sencillo movimiento puede ser complejo, por ejemplo, al tomar un objeto que se encuentra frente a nosotros debemos mover el hombro, extender el brazo, abrir la mano, cerrar los dedos alrededor del objeto, etc. Sin embargo, nuestro cerebro realiza estas funciones de manera automática, facilitando cualquier movimiento.

A partir de este razonamiento, investigadores del CalTec (California Institute of Technology) han desarrollado una técnica que replica el proceso mental del movimiento de la manera mas intuitiva y fluida posible, en un brazo biónico controlado por la mente.

Erik Sorto de 34 años quedó parapléjico en 2002 luego de recibir un balazo en la columna vertebral que le seccionó la médula. Durante los últimos trece años ha requerido de asistencia para realizar las tareas mas simples. Por ello fue seleccionado para probar esta nueva técnica. Hasta ahora los especialistas en prótesis neurológicas instalaban los sensores en la corteza motora del cerebro, misma que se encarga de la ejecución final de nuestros movimientos, lo cual producía un movimiento efectivo pero lento y poco fluido. La nueva estrategia de los médicos consiste en colocar el dispositivo en la corteza parietal posterior, que es la encargada de codificar la intención y planificación del movimiento.

“Al mover el brazo, no se está pensando en qué músculos están activos ni en los detalles del movimiento como levantar el brazo, tomar el vaso, cerrar el puño alrededor del vaso. En vez de eso se piensa en el objetivo de ese movimiento: ‘Quiero tomar un vaso’”, explicó Richard Andersen, líder de la investigación.

«Así que en esta prueba pudimos decodificar esas intenciones al pedirle al paciente que simplemente imagine el movimiento en su totalidad en vez de descomponerlo en partes infinitas», señaló el científico.

Gracias al brazo biónico, Erik Sorto finalmente ha sido capaz de sentarse a tomar una cerveza con un amigo por sus propios medios y a su propio ritmo. En un futuro próximo se encuentra la posibilidad de hacer la vida más fácil a lesionados medulares como Sorto o a personas que hayan sufrido amputaciones.

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Existen otros estudios que ya están experimentando con mejorar el control mediante el implante de electrodos en la corteza somatosensorial del cerebro, y obtener de la extremidad biónica una respuesta relativa al tacto, la temperatura, e incluso la fuerza a aplicar en el movimiento, lo que permitirá aún más sentir el brazo como algo propio.